Cariño y compañía para curar a "Tarzán"

El carballiñés José Luis Rodríguez se apiadó del perro que asaltó a un niño en Lugo y lo integró en su familia.

El cruce de mastín que asaltó el pasado 3 de junio a un niño en Palas de Rei ya no es simplemente un perro vagabundo.
Ahora es "Tarzán", un animal que lucha por integrarse y perder el miedo a la gente. En ello trabaja José Luis Rodríguez, el carballiñés que decidió adoptarlo y que desde el jueves le regala mimos y cariño. "Tarzán" compartirá morada con otros nueve perros también sacados de la calle, aunque por ahora vive apartado del resto en el jardín de la casa que su dueño tiene en Carballiño. Ya atiende por su nombre y empieza a jugar con su dueño.

S. ESPINOSO - OURENSE Vivía solo, en la calle, vagabundeando y, según los que lo trataron, arrastrando síntomas evidentes de haber sido un perro maltratado. El cruce de mastín que el pasado 3 de junio atacó gravemente a un niño de 4 años en la parroquia lucense de Sambreixo (Palas de Rei) abandonó ese día el anonimato, y con él su deambular callejero. Desde ese mismo instante cambió su vida. De la calle pasó a la Sociedad Protectora de Animales de Lugo y ahora pasará a morar en un gran finca de 6.000 metros cuadrados en el pequeño pueblo de Banga, a tres kilómetros de Carballiño.

El amor por los animales y la "solidaridad con los más débiles" de José Luis Rodríguez Caíña lo trajo a tierras ourensanas. "Se me encogió el corazón cuando vi su foto en los periódicos, atado a una cadena y con una cara que evidenciaba que estaba muerto de miedo", dice.

José Luis, que no puede pasar de largo si se encuentra con algún perro abandonado, comenzó entonces sus gestiones para adoptarlo. Desde el pasado jueves "Tarzán", como así lo ha bautizado en recuerdo a un pastor alemán que había tenido su padre, es ya uno más de su familia. De la soledad ha pasado a compartir hogar con José Luis, y en breve lo hará con otros nueve perros también sacados de las penurias de la calle.

Por ahora "Tarzán" todavía vive apartado del resto, en el jardín de la casa que su dueño tiene en Carballiño, pero su actitud ya nada tiene que ver con la de hace tres días. "Tiene un trauma de maltratado muy grande. Nunca vi un perro tan acobardado, pero ya se muestra diferente. Atiende por su nombre, ya somos amigos, quiere jugar conmigo", dice José Luis Rodríguez. ¿La receta? Simplemente el trato. "Hay que ser sensibles con los animales, el cariño lo huelen. Un animal quiere sociedad, compañía,. Yo juego con ellos, los llevó allí donde voy, les hablo".

José Luis vive para sus animales y son precisamente ellos lo que le mantienen unidos a su tierra carballiñesa. Emigrante en Alemania desde hace casi 48 años, donde tiene dos negocios de moda, José Luis Rodríguez reconoce que de no tenerlos "probablemente no siguiese viniendo". Desde 1994 cuenta con su finca de Banga "para mis animales" como él mismo dice. "Aquí gasto todos mis ahorros, a ellos les doy todo lo que tengo, especialmente mi tiempo", manifiesta, y cuando él tiene que regresar a Alemania "la señora Elena" se encarga de atenderlos.

Un perro sordo, una perra a la que rompieron la cadera, otro atropellado.... José Luis se ha apiadado de muchos animales y los ha ido acogiendo en su finca. "He visto casos tan salvajes que no sé como a la gente no se le cae la cara de vergüenza", explica. Nada partidario de las perreras porque entiende que no ofrecen las instalaciones más apropiadas para los animales, Rodríguez Caíña hace lo que está en sus manos para dar a estos seres una buena vida. "No hay perros malos, hay gente mala y son ellos los que deberían estar en un perrera", alega. Su afán por acoger animales dice no haberle generado problemas entre el vecindario.

Fuente: farodevigo.es