Una especie, mil razas

Sencillas variaciones genéticas determinan grandes cambios morfológicos. La evolución artificial sobre ellos ha sido tanto práctica como caprichosa y en algunas especies, en detrimento de su salud (displasia, problemas de piel, cegueras...).

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Los criadores comenzaron modificando el proceso evolutivo normal y así combinar los rasgos más dispares mediante el cruce de perros y la posterior selección de los que saciaban la demanda humana.

Estudiando los genes del pelo: En humanos, así como en la mayoría de mamíferos, se conjugan cientos de genes para generar un rasgo físico. En perros suelen ser entre 1 y 3 genes, como se ve en la ilustración de más abajo. Las mutaciones de estos genes producen un pelo largo, áspero, rizado o una combinación. Si no existe mutación alguna de ninguno de los 3 genes, el perro tendrá el pelo corto y suave.


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En el Proyecto de Investigación CanMap, iniciativa en la que colabora la Universidad de Cornell, la Universidad de California en los Ángeles (UCLA) y los Institutos Nacionales de Salud (NIH), los investigadores muestrearon el ADN de más de 900 perros y 80 razas distintas, junto a cánidos salvajes como coyotes y lobos. Descubrieron que la talla, la longitud, color de pelo, forma del hocico, la posición de las orejas y otros rasgos que se combinan para definir la fisionomía de una raza, están determinados en apenas unas 50 mutaciones genéticas. Por ejemplo, la diferencia entre orejas caídas y erguidas se encuentra únicamente en la región cromosómica canina 10 o CFA 10.


Para el Biólogo Robert Wayne se está deduciendo que la diversidad de los perros domésticos depende de un reducido número de variaciones genéticas. La estatura de un humano, por ejemplo, depende de la interacción de unas 200 regiones genéticas.

En estos momentos ya se han identificado más de cien enfermedades caninas relacionadas con mutaciones en genes concretos, y muchos de ellos tienen su equivalente humano.

Por ejemplo, los investigadores de Cornell que estudian la retinosis pigmanteria, una enfermedad ocular degenerativa que afecta tanto a perros como a personas, han descubierto que podía estar causado por 20 genes caninos diversos.

Mientras tanto, gracias a un estudio reciente sobre un tipo de epilepsia en los Teckel, se ha identificado la que parece ser una firma genética única, que podría arrojar luz también sobre la "versión" humana de la enfermedad.

Resumiendo, cuando los criadores victorianos seleccionaban perros solo para satisfacer sus gustos, estaban creando poblaciones genéticamente aisladas, con sus pros y sus contras para la propia raza.

Ciertos tipos de cáncer pueden aparecer hasta en un 60% de los individuos de algunas razas caninas, pero solo en uno de cada 10.000 humanos.

Una categoría de rasgos que hasta ahora se ha resistido al análisis de CanMap es la conducta.

Hasta el momento, solo ha sido posible identificar una única mutación genética que afecte al comportamiento: la versión canina del gen del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) en los humanos, capaz de conseguir que un perro, por ejemplo, se lama la piel hasta sangrar.

Características como la lealtad, la nobleza, la tenacidad o ciertos instintos (como el pastoreo), tienen una base genética, pero también pueden verse afectadas por factores como la nutrición, la presencia de niños en la casa, la libertad y el trato ético recibido, lo cual complica su cuantificación de cara a un estudio.

Ravelo, Belén (2012) © EtoHorus