La importancia del olfato

Los estímulos sensoriales son  factores externos que controlan la conducta; por lo tanto para comprender el comportamiento de los animales será imprescindible saber qué estímulos pueden captar y qué papel desempeñan en el control de la conducta.


El sentido del olfato tiene un papel muy importante en el control de la conducta, esta importancia del olfato queda reflejada en la función de las feromonas.

Las feromonas se definen como sustancias químicas o mezclas de sustancias que, emitidas al exterior por un animal, producen determinados efectos en el receptor de su misma especie. La composición química de la mayoría de las feromonas de los animales vertebrados aún es desconocida. No obstante, resulta útil clasificarlas en volátiles y no volátiles. En general las volátiles suelen ser captadas por la mucosa olfatoria y son desencadenantes, por el contrario las no volátiles suelen ser cebadoras y son captadas por el órgano vomeronasal, en ocasiones después de que el animal adopte la conducta de Flehmen. Las feromonas desempeñan un papel importante en el comportamiento de los carnívoros domésticos.Tanto la orina como el exudado vaginal son fuentes importantes de feromonas; estas se producen en las glándulas cutáneas, y más concretamente en las glándulas sebáceas y en las glándulas sudoríparas de tipo apocrino.

El bulbo olfatorio envía proyecciones nerviosas a la amígdala, concretamente a la denominada amígdala olfatoria, que incluye los núcleos corticales anterior y posterolateral. El sentido del olfato de la mayoría de mamíferos no depende sólo de la mucosa olfatoria, sino también del denominado órgano vomeronasal. El órgano vomeronasal es una estructura par, localizada en la parte inferior del tabique nasal y rodeada por una cápsula osteocartilaginosa. En los carnívoros domésticos, el órgano vomeronasal se comunica con la cavidad bucal a través del conducto nasopalatino. Los axones de las neuronas receptoras del órgano vomeronasal terminan en una estructura del sistema nervioso central denominado bulbo vomeronasal o bulbo olfatorio accesorio. A partir del bulbo vomeronasal, la denominada vía nerviosa vomeronasal continúa por la amígdala - concretamente, por los núcleos mediales y posteromediales, que forman la amígdala vomeronasal- y, a partir de ésta, se proyecta hasta las áreas preóptica y medial del hipotálamo.
Por consiguiente, aunque tanto la mucosa olfatoria como el órgano vomeronasal envían sus proyecciones nerviosas a la amígdala, lo hacen a núcleos distintos, y puede considerarse que los dos sistemas olfatorios están separados y tienen funciones distintas. La amígdala es una estructura del sistema límbico que desempeña un papel fundamental en el reconocimiento individual, las emociones, la conducta sexual y maternal, la conducta agresiva y la selección del alimento. El sentido del olfato es importante en el control de estas conductas en la mayoría de los mamíferos, entre ellos los carnívoros domésticos. La utilización del órgano vomeronasal implica en ocasiones la adopción de la conducta denominada de Flehmen. Esta conducta consiste en que el animal alza la cabeza, retrae el labio superior y abre la boca, inhalando aire. La Conducta de Flehmen ha sido particularmente bien estudiada en los ungulados.

El perro tiene 120 millones de células olfativas frente a los 10 millones que tiene el ser humano. Empleando conocimientos empíricos, observaremos la importancia que tiene para nuestros perros el poder oler libremente (pises, plantas, rastros...). Las células olfativas "envían" información del entorno al cerebro, imprescindible para su supervivencia y equilibrio mental, así podrán saber qué les rodea, a qué pueden exponerse, en definitiva, es una herramienta muy útil para "examinar" posibles situaciones de riesgo o seguras.

Uno de los mayores errores cometidos por los dueños  al pasear es no permitir que el perro olfatee. Es lógico no permitirle oler todo en paseos urbanos o llegaríamos a casa dos dias después! (para ellos el tiempo se detiene frente a los olores intensos), un término medio es lo acertado para respetar su naturaleza dentro de nuestras ciudades. Permítele que huela, que delimite territorio... que mantenga su naturaleza viva.

Ravelo, Belén (2010) © EtoHorus